Un negocio del que sentirnos orgullosas al acabar el día
Podían haberse conformado. Al fin y al cabo, son las herederas de un próspero negocio familiar, con más de un siglo de existencia, de venta de recambios para el transporte de mercancías. «Pero no era lo nuestro», reconoce Macarena Ramírez Rodríguez, que habla en su nombre y en el de su hermana, «a quien es cierto que más que sugerir, he empujado cariñosamente a seguirme». Así que, después de 10 años ocupándose de una parte del mismo, con éxito, «hablamos con nuestro abuelo y le comunicamos la decisión. Por supuesto, al principio nos dijo que nos íbamos a equivocar; pero ahora ve que hemos tomado la decisión correcta».
«El trato diario con transportistas no era para nosotras», reconoce esta licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas (su hermana Paloma lo es en Comunicación Audiovisual), que ya era clienta de Nails Factory y no se lo pensó dos veces. Al habla con la central, «donde siempre encontré el apoyo de Fran, quien, eso sí, por nuestro propio bien, nos iba echando abajo cada propuesta de ubicación. Hasta que la propia Yolanda Beltrán nos propuso hacernos cargo de una reapertura hasta que se presentase una buena oportunidad de inaugurar nuestro propio Nails Factory desde cero, por así decir».
De ese modo, ambas hermanas arrancaban su pertenencia a la primera franquicia de manicura y pedicura de España por número de centros, muy conocida además por los numerosos centros de manicura en Madrid, con la reapertura del espacio Nails Factory en el centro comercial Alcalá Magna, en Alcalá de Henares (Madrid). «En pleno mes de diciembre del pasado 2020. Si tuvimos el impulso emprendedor de abrir en aquellas circunstancias, está claro que nuestra trayectoria ya solo puede ir a mejor», bromea esta emprendedora, que ve la vacunación como el principio del fin de esta crisis sanitaria.
El caso es que siguieron buscando ubicación en otras zonas de la Comunidad de Madrid. Pues ambas son naturales de Alcobendas (Madrid) «en pocos meses ya habíamos demostrado de lo que éramos capaces. Pero aquí ya no quedan lo que yo llamo ‘caramelitos’; esto es, emplazamientos idóneos que no choquen con un área de exclusividad previamente concedida a otra compañera de franquicia. Así, ni en Getafe, ni en Parla… incluso miramos en Toledo. Pero nada. Hasta que se produjo lo que yo llamo cariñosamente “el efecto Yolanda”. Que es cuando la fundadora, que sabe cuanto sucede en la casa, habla contigo y te sugiere una solución que, por lo que me han dicho, siempre es acertada: “¿Por qué no pruebas en el Levante, que tiene un potencial magnífico, si tu marido es valenciano, y parte del año lo pasa tu familia entera allí?”».
Dicho y hecho, a pesar de encontrarse embarazada de cuatro meses. Un local que la propia Macarena denomina como “caído del cielo”, a pesar de lo mucho que ha tenido que batallar con el funcionario municipal de turno, para poder rotular su centro Nails Factory en una fachada protegida por las ordenanzas del ayuntamiento, y anunciarse así como es debido. En la calle del Pintor Sorolla, 35, frente a un intercambiador de autobuses al pie de El Corte Inglés, «en una zona que no es que sea comercial, es que es ‘la’ zona comercial preferida por los valencianos», concluye esta emprendedora que ultima los detalles de la apertura el próximo miércoles 26 de mayo. Lo que la tiene aún en tensión. «Seguro que el martes sí que me pongo como un flan».
«Y eso que ésta es solo la primera de varias aperturas que, con el apoyo constante que recibimos por parte de la central, tenemos previsto hacer en la Comunidad Valenciana. En cuanto dé a luz y transcurran un par de meses, allá para el inicio de 2022, me pongo a buscar…».